Como las manos
los helechos se abren en la piedra
pidiendo beneficio,
una limosna de rocío,
un amigo,
un rayo de sol remiso.
Brotan con la viveza
de su ejército,
con la inconsciencia
de su vitalidad.
Dan hogar al muro,
y tapiz al piso de la caracola
y la lagartija.
Alborotan los rincones
con fiestas improvisadas,
con sorpresas,
anversos y reversos distintos,
para provocar el secreto.
Helechos,
la espesura esmeralda,
la mano y el cubil.
Nená
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