De su voz aire.
Una cara o cruz
lanzada al aire,
siempre sin caída.
No le siente la calle
ni maúlla el gato.
No hay ángulos de ojos
que roten cuando llega.
Abarrotada la avenida
y entre el sinnúmero
uno más,
dueño invisible del día.
Detrás de ti, al lado,
sentado a tu derecha,
en el metro,
en el autobús diario,
codo a codo
en la cafetería.
De carne y hueso,
come, duerme,
ríe, llora, baja al lavabo.
Dibuja corazones
en las servilletas,
números y más tachones
para llegar a fin de mes.
Igual que tú.
Nená
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