Esperarte al otro lado de la calle
los pies fríos,
la nariz pidiendo asilo
en la bufanda,
saltos de rana, ruidos
incongruentes,
y el corazón una bomba nuclear
con un detonador dentro.
Tres minutos, cinco,
ya van diez.
No tengo frío,
voy a morir si no llegas.
Pasa el cuarto, las y media.
Debo irme
o pensaré que no me estimo
como debo.
Vuelve el frío,
rabioso frío,
creo que he perdido
la nariz en la bufanda,
y el corazón
en esa álgida acera.
A ti, aún te recuerdo.
Nená
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