miércoles, 2 de noviembre de 2011


¿En qué claroscuro me alojo
para que me presientas?
¿Qué término susurro
para que sepas que estoy aquí?
La distancia se hace lejanía,
como un pinchazo
una herida necrosada.
Voy perdiendo la fuerza 
como la voz y toda lógica.
Las durezas de las paredes 
no son reales,
no son reales las margaritas 
de los búcaros de la entrada,
ni las sillas arrimadas a la mesa;
lo único innegable y verdadero
en mi biografía eres tú,
tus ademanes, tus cobardías,
tus ataques de soberbia contenida.
Pero no me ves,
ni siquiera me conoces,
soy un montón de puntos esquivos
discordantes todos,
una mañana afable,
una infausta noche
y un hatillo de besos sin existencia.


Nená

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