martes, 29 de noviembre de 2011



Son palabras mágicas,
te invito a un café.
Luego no cae ese café,
caerán otras cosas,
pero es como una pipa de la paz
o un tómate un algo conmigo.





Algunos psicólogos
- nótese que no le he quitado la –p-,
vinculan el café de algún modo al sexo,
por asociación al asunto oscuro supongo,
porque ya me contarán qué clase
de acertijo se traen con el susodicho:
cálido, sensual, de tierras  
del otro lado del paraíso.
No sé yo, no me convencen.
Yo soy del café con leche
de toda la vida,
y a ser posible con croissant,
una berlina no iría mal,
o una tostada, o una pieza de fruta,
y no veo sensualidad alguna
en mi taza de porcelana.
Claro que, puestos a ponernos sensuales
se puede hacer siempre un 'poder',
faltaría más.
Bueno, tampoco es eso.



Nená

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