miércoles, 9 de noviembre de 2011


Después de tanto y todo, 
me queda más que algo
-que es siempre nada en el fondo-;
y si la mañana ha inventado un nombre
más convincente que el mío,
que no sea real, no importa.


Después de tanto y todo,  
la escarpa del monte parece tu vientre.
La luna terca no amarra tu boca
sobre mi boca,
y ni siquiera aquel  beso
recuerda quien fue el primero
en decir te quiero.

Después de tanto y todo, 
el amor en hebra  
no impidió que la pasión
nos dejara de golpe
y muriera a bocados inmensos,
como quema el sol de mediodía
al que tiene la piel albina,
o le azota el alma al que se anda negando.

  
Nená

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