martes, 22 de noviembre de 2011


Cuando estés en mi casa  
puedes traerte tus cosas,  
aquí caben bártulos y enseres
textos legibles y no legibles.

Cuando cruces la puerta olvida  
los vetos, los preceptos y privaciones,
esos que tan de moda se ponen,
cuanto más tolerante uno se llame.
 
La vida está llena de contradicciones, 
de ventas de libertades presas,
alas cosidas con condicionales
que comprendemos demasiado tarde.

Tengo un amigo hace treinta años
que hoy he necesitado,
estaba demasiado triste, desarmada,
y me ha soltado una perorata
que la física cuántica a su lado, 
parecía el cuento de caperucita.

Las negaciones, los topes,
las prohibiciones
son amputaciones de orejas,
con sus tiernos oídos.
No te escucho.
No hay un problema.
Lo resuelvo por la vía ligera .

Mis vecinos,  pareja gay bien avenida, 
encantadores de día,
al llegar la selección  de futbol
y ocurrírseme colgar una bandera,
la cubrieron con cera de vela
cuando llegó la noche,
pero eso sí,  ellos exigen tolerancia.

El mundo está lleno de contradicciones.



Nená

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