lunes, 21 de noviembre de 2011


Bola va, bola venga, el café de mañana que no se detenga. 
Por la gran mentira del mundo…
 - Que viene a decir: Había una vez-





 Bueno pues señores:


Una niña leía poemas sentada en un banco de la escuela, a la hora del patio, la poesía le encantaba.
El primer poema hablaba de muertes, sangre, sienes y mutilaciones, la chica aterrada arrojó su bocadillo a la papelera.
Al día siguiente, volvió a abrir el libro, el poema era tan críptico que no consiguió entender ni una sola palabra, disgustada, volvió a arrojar su bocadillo a la papelera ¡No tenía sentido!
El tercer día salió decidida. En el banco le esperaba el libro de poemas, lo abrió con recelo, aún así el pecho le latía, tenía fe en su ilusión por el poema que iba a leer, y detuvo sus ojos en uno que hablaba de indignación y de la cólera, de la política, de la rabia contenida.  Las galletas que llevaba las arrojó de nuevo a la papelera.
El cuarto día no sabía si salir al patio, pero amaba la poesía. Dudó pero cruzó la puerta.
Se sentó en el banco, abrió el libro y leyó. Era un poema de amor, eso era bueno, pero un amor tan cursi, tan afectado, que le hizo reír, pensó que quizá era cómico. Con tanta risa perdió las ganas de comer y arrojó las galletas a la papelera.
De regreso a clase pensó: Llevo 4 días sin almorzar, ¿será por eso que a los poetas les piensan pobres diablos, siempre en cuartuchos, sin pagar la luz y pasando hambre?
Apuntaré en mi diario: No quiero ser poeta.



Nená

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