viernes, 23 de marzo de 2012

Llevas mi voz 
en los pliegues de tu camisa,
aunque no la escuches.
Quisiera rozar tu piel 
pero no es mi sitio, 
como no es tu sitio 
el mar,  ni silbarle a 
las rocas. 
Rechazo el enrevesado 
y caprichoso verbo, 
que nunca dice nada. 
Ya nos decimos muy poco 
los seres humanos, 
que hasta los ojos 
los tenemos huecos. 
Yo digo que te extraño,
y que amo esta forma
 de sentir tan mía, 
siempre en eterna búsqueda, 
eterna. 
Tú eternamente lejos,  y 
extrañamente cerca. 


  


Nená

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