lunes, 1 de abril de 2013

-A veces-


Reclamo la soledad de la araña 
limpia de pensamiento, 
con un propósito reflejo y una 
labor maquinal. 
Reclamo la suspensión de la nube 
en un día sin viento, 
como una burbuja húmeda 
allá en lo alto,  quieta en su ingravidez 
y sin ingenio. 
Reclamo el roce del beso, 
cuando aún no es fuego,  como una 
instantánea detenida,  un vuelo sin alas 
insobornable por ningún adiós, 
por ningún otro gesto. 
Reclamo una vida ingenua,  nada 
trémula ni palpitante,  sencilla,  a 
medio hacer o de puntillas, 
que me dé el sosiego de los campos. 



Nená de la Torriente