miércoles, 24 de abril de 2013


No se pierden nunca las ganas 
de aprender, 
y aunque así fuera, penetran, 
ellas llegan,  las cosas nuevas, 
empujando los ojos, 
levantando el párpado 
y pellizcándonos el músculo. 


Nos llaman necios a veces, 
por estar tan cerca y no ver nada, 
por ser tan patanes de obcecación 
y desacierto. 





Ser feliz como el que empieza 
y estrena abrigo y huele distinto 
lo viejo, 
porque sólo olió una parte pequeña 
y ahora se va con otra, 
tarareando una canción sin letra 
que bien seguro le pondrá mañana. 
Yo aprendo que para aprender 
no hace falta estar despierta, 
sólo no estar cerrada,  y si no lo estás 
ni tu sueño se sella, 
y bailas. 



Nená de la Torriente