No
se pierden nunca las ganas
de
aprender,
y
aunque así fuera, penetran,
ellas
llegan, las cosas nuevas,
empujando
los ojos,
levantando
el párpado
y
pellizcándonos el músculo.
por
estar tan cerca y no ver nada,
por
ser tan patanes de obcecación
y
desacierto.
Ser
feliz como el que empieza
y
estrena abrigo y huele distinto
lo
viejo,
porque
sólo olió una parte pequeña
y
ahora se va con otra,
tarareando
una canción sin letra
que
bien seguro le pondrá mañana.
Yo
aprendo que para aprender
no
hace falta estar despierta,
sólo
no estar cerrada, y si no lo estás
ni
tu sueño se sella,
y
bailas.
Nená de la Torriente