Torpes, somos torpes,
esa
dulzura desmañada del que
está
empezando siempre.
Ese
tacón en el hueco de la loseta,
único
vano en la acera.
Un
chichón buscando un beso.
El
resbalón en la escalera
por
apresurar el paso,
para
llegar tarde y doblado.
Ese
término inadecuado
en
tu confesión
de
exaltado afecto, o tu hipo
inesperado
cuando todo es gravedad
y
enfado.
Somos
torpes, tan hermosamente
torpes
que no hay caricatura sórdida,
sólo
risotada limpia
de
absoluta humanidad.
Nená de la Torriente