Dime
que no, dulce de membrillo,
bello
pétalo enganchado en mi pelo,
luz
en la mesilla, ángel que me timbra
el
alma y me besa la mejilla.
Dime
que no danzarín, artista, poeta,
constructor
de cosas nuevas,
explorador
de las pequeñas, con ojos
de
inocente niño.
Cazador
de instantes, de suspiros,
de
pequeñas fragancias tan sutiles
como
lo más delicado que existe.
Dime
que no te irás nunca de este
paraíso
nuestro, ni de este alacena.
Que
yo te tendré una cuna en mis brazos
y
una luna en la sonrisa,
para
que sigamos riéndonos del mundo
como
lo hacemos ahora.
Nená de la Torriente