asuntos
de toda índole.
Justo
ahí a medio camino,
en
un punto intermedio, álgido en ácidos
como en un duelo de pistolas de las pelis de
vaqueros.
Unos
se pinzan con los dedos,
otros
tuercen el gesto a lo Clint Eastwood,
y
algunos sólo desfallecen retorciéndose
en
dolores y buscando la ayuda táctica
de
la camilla y el hospital más cercano,
porque
–como dicen-
no
hay humano que lo aguante.
Es
cierto que hay asuntos de trascendencia
más
grata, pero no menos peliaguda,
como
la atracción puntual por alguien
del
otro sexo,
que
consigue atenazarte
el
estómago con un pellizco incómodo,
y
a penas te deja respirar
dejándote
los mofletes como un hámster.
Nená de la Torriente