martes, 2 de abril de 2013


Qué más te da, 
tantas olas,  tantas y 
todas al capricho de un océano 
y sus corrientes,  a veces céfiros, 
a veces vendavales. 
Qué te da ser rompiente o suave 
ondulación que no quiebra, 
ser la voz que todos escuchan, 
o la voz que todos entienden. 
Dime la verdad,  qué más te da 
si tú ya sabes qué mundo es éste 
y este mundo sabe qué mundo eres tú, 
y ambos os reconocéis al instante. 
Qué más te da, 
tantos árboles rectos como líneas rectas, 
al capricho de escuadras y cartabones. 
Qué te da ser erguido o inclinado, 
ser marioneta del cirro 
o recluso del barro. 
Dime la verdad,  qué más te da 
si tú ya sabes qué grillete nos ata, 
y esta cadena sabe de quién eres preso, 
y ambos lo sabéis bien que 
os reconocéis al instante. 



Nená de la Torriente