Son
sólo líneas fluctuantes,
unas
veces se alternan,
oscilan, otras mantienen la
rectitud
largo tiempo.
Tener
carácter no es ser inmodesto,
es
tener un trazo grueso en la línea.
El
carácter no te regala vanidad
ni
soberbia, sólo temperamento,
y
a veces pesa esa condición porque
el
carácter aprende a inclinarse.
Mantienes
la firmeza en esto, en lo otro,
pero
te desarmas en aquello que está
por
todas partes, como lo más endeble
que
haya tocado una mano.
Porque
tu fragilidad nace de tu actitud
aquiescente,
que
sufre con el inmenso e irracional
dolor
del mundo y no lo puedes ni lo sabes
reparar, no eres nadie.
reparar, no eres nadie.
Nená de la Torriente