No
apiles tus papeles como
cosas
usadas, caducadas,
que
hay que dejar a un lado,
no
los apartes en las esquinas
de
tus ojos.
Escucha
sus voces, chica de los ojos
grandes, escucha lo que te dicen
en
la arruga constante del barranco
de
la celulosa.
Dicen
que regreses a ellos, que les enseñes
a
moverse, que no los desampares
que
aún no están acabados.
Se
perderían neonatos
entre
pieles de plátano
y
desechos.
Tómalos
porque ya son bellos,
ya
saben hablar y ya han sido germinados.
Nená de la Torriente