Queda
la casa
en
cualquier esquina,
con
sus álbumes de ‘nadas’
todas
propias,
que
si dices llenos vendrían
a
llevárselos
el
camión de las basuras.
Cada
uno en su peculiaridad
colmada
de asociaciones
hace
sus sumas.
A unos nos pueden parecer
auténticas
riquezas
lo
que guardas tú o ella,
a
otros fiemo sin ningún agrado.
Lo
que pesa, lo que reluce, o
lo
reconocido por una mayoría
no
es siempre lo que a algunos
nos
interesa,
por
parecernos pactado,
como
esa libela romana de plata.
Todas
las esquinas tienen una casa,
una
guarida donde se cuentan historias,
una
pedanía con alcalde propio,
todo
un proyecto de sociedad
diminuta.
Nená de la Torriente