Hoy
debo salvarme del mundo
como
cada día,
dejar
de agitar los pies como una niña
y concentrarme
en
desatar mi dogal.
No
se debe atraillar
a los que vuelan,
a
los que quieren pintar el cielo
de otros aires,
y
con el dedo dibujar una choza,
una
cierva y
hasta un prado lleno de margaritas.
Debo
salvarme de este mundo
como
cada día,
por
ser un poco más cuerda y saber
que
las jornadas sin fantasía
sólo
serían medios días,
aburridos, cansinos, sin latido audible,
como
sus vidas pendientes
y en
absoluto suspenso.
Nená de la Torriente