Tiene que venir
como todo llega,
como la luna cruza
la visión estrecha de ojo
a ojo, y más aún
que no contemplas.
Tiene que venir,
como llegan las sorpresas
por mucho que niegues
a Noel y a sus noches mágicas,
y a todo lo que de niño
te hacía correr por el pasillo
siempre larguísimo,
aunque no lo fuera.
Tiene que venir ese pálpito
que te sitúa más arriba
que el astronauta blanco
que gravita fascinado
en cualquier parte oscura.
Tiene que venir ese beso
que habita en la copa de tinto,
y que te bebes sin darte
cuenta.
Viene, llega ese sorbo de
fascinación
y asombro, que te revuelve
entera
y que pronuncia tu nombre
muy des
pa ci to.
Nená de la Torriene