Sumamente
restada
queda
tu pena en la mía,
que
la desgracia no quebranta
este
pozo de soledades,
sino
que las amalgama y las hermana.
¡Haremos
una fiesta!
¡Una
fiesta como nunca se ha visto!
Porque
se puede ser tan feliz a pesar
de
los pesares, que da alegría estar vivo.
Por
mí que me quiten uno a uno los alfileres,
y
de la magia blanca sus dichos,
aunque
ya sus conjuros me los tengo conocidos
como
recetas de guisos rancios,
y
el mal de ojo
y
el ojo de mal agüero,
que
en esta balanza de soles y estrellas negras
me
vence el plato de luz.
Y
por mucho que te apenen las cuitas
tráemelas
que yo me las quedo,
que
ya las convertiré en frijoles con arroz blanco.
Qué
no pueden con nosotros,
qué
no pueden.
Nená de la Torriente