No
sé si la fe mueve
montañas,
pero
sé la fuerza que me concede.
Tengo
fe en la vida cuando despega,
cuando
no se estabula ni se detiene
ante
un precipicio,
cuando
busca sendas del modo que sea
o
las inventa antes que quedarse quieta.
Tengo
fe en el ser humano que ama,
que
se embarca en los veleros más
viejos
del mundo, que no tiene miedo
a
nada si está con su cariño, y si no
lo
está, lo busca.
Tengo
fe en la palabra limpia, en la
que
sale sola, la que no mira alrededor
antes
de ser pronunciada, la que le importa
un
pimiento lo que de ella digan,
si
es para bien decirla.
Tengo
fe en el hombre valiente, seguro
de
sus zapatos, que lo mismo le da que le da
lo
mismo,
que
sabe sostenerme las mejillas
no
importa a qué hora, y besarme
de
improviso.
Tengo
fe en la niñez con mocos
en
la inocencia que aún se aísla,
en
esa parcela que proteger de todo
para
que pueda crecer mañana,
y
convertirse en un fuerte torreón.
Nená de la Torriente