Sales
de la gruta 
a
oscuras. 
Ves
amanecer,  ¡la maravilla!. 
Descubres
el color de las cosas, 
pero
enseguida te alcanza el asombro, 
ese
color varía, 
no
es el mismo a lo largo del tiempo 
que
el sol permanece quemando el cielo 
¿Cómo
es eso posible? 
¿Qué
suerte de magia es esa? 
Y
cuando miras ocultarse a ese fuego cegador y gigante, 
debajo
de la tierra, 
los
colores se vuelven menos brillantes 
pero casi aún más bellos, 
hasta
que la oscuridad lo envuelve todo. 
Regresas
a la gruta. 
Haces
fuego,  y todas las cosas 
vuelven
a tener los colores de siempre, 
invariables. 
Nená de la Torriente 
