Lo
que puede un beso
no
tiene nombre de magia,
porque
no hay magia más longeva
que
el poder de un beso.
Al
herido, al dolido, al solo,
al
apático y gris, al malhumorado.
Al
alegre, al casi enamorado,
al
loco, al sensato, al perdido.
Al
hallado, al deprimido, al colgado,
al
desconocido, al amigo, al amado.
No
hay nada que reúna, sede o alborote
con
más urgencia y en la dosis exacta
que
un beso bien dado.
Nená de la Torriente