La
amapola canta a la espiga.
Le
dice que no se vaya tan lejos,
que
el viento la agita de extremo
a
extremo
y
la extraña.
La
espiga inquieta bromea,
que
del campo entero es la reina
la
de la hoja de sangre,
y
todas las espigas quieren bailar
con
su talle.
Pero
cada amapola quiere a su espiga,
vocee
el viento o se calle.
Nená de la Torriente