De
ti guardo un instante
frente
a frente
como
dos marcianos,
y
un ¿qué? que salió de tus labios,
que
no pude quitarme de la cabeza.
Tus
ojos tristes,
tus
manos grandes
y
el no haber contestado a ese qué.
Tengo
miedo de morir acompañada,
no
quiero que mi escapada
de
este vergel maravilloso,
sea
parte
del
recuerdo
de
otro ser humano.
Traedme
más vino,
porque
las celebraciones
son
agobiantes,
y
el vino no es exclusivo.
Porque
hay que tomarlo sin motivo
y
es saludable,
y
porque si quieres ser feliz como me dices:
‘Cariño, no analices’.
Del
hatillo de tu cuerpo me he llevado
lo
más tuyo,
perdona
que no te avisara,
lo
tomé sin pensar pensando.
No
tuve tiempo a reflexionar como tú.
Nada
en el mundo es nada,
pero
gusta decir nada
cuando
alguien busca tener un absoluto,
o
expresar un lleno,
o
decir que ama a rebosar.
Nená de la Torriente