Levanta
la mano amor de la boca
y
vuelve a los campos.
Sabes
sobrevolar los cultivos
y
hacer círculos en las pequeñas hojas,
y
hasta besar la azada y el botijo
en
horas de siembra.
Viaja
lejos o cerca que tienes trabajo,
en
la biblioteca, en el lomo del libro,
ese
que tocará el joven desganado,
en
el paso de cebra mal pintado
que
va a cruzar la desorientada niña.
Amor, amor, levanta la mano de la boca,
hembra-hombre, hombre-hembra,
no
lo centres todo en esa diana,
que
los dardos se van perdiendo
por
el camino, y el amor es el oro
del
mundo.
Nená de la Torriente