jueves, 25 de abril de 2013


Te entrego mi optimismo 
cuando a ti te falte. 
Si puedes déjame esa palangana 
para limpiar los días afligidos, 
y lavar sus paños de lágrimas. 
Iré al tendal de sol a secarlos y 
si hay lluvia mejor, 
que se sequen después del agua 
caída del cielo, 
la amnesia se encargará del resto
de humedad que les quede. 
Te entrego mi fe, 
creer con los ojos cerrados, 
tirarse hacia atrás confiado, 
el arrojarse a la piscina, 
el ¡Adelante mis valientes! 
-en un fabuloso ejército de uno- 
Yo me quedaré con tu inocencia 
los días que anden cerca tiburones, 
para poder protegerte 
de su mortal dentellada. 
Después te la devuelvo,  palabra, 
que yo aún conservo la mía 
aunque -como no-
algo trasnochada. 



Nená de la Torriente