domingo, 14 de abril de 2013


Tengo un pozuco de paz 
para entregarte,  un mimo 
sincero como estación o 
pequeño apeadero. 
Una carta de papel de esas 
que no se usan, 
para que recuerdes las natas  de 
la leche con azúcar,  y el balón 
oblongo y pinchado,  más veloz 
del planeta. 
Algún raspón en la rodilla 
como cicatriz de forajido, 
y ese olor a verde y a tortilla 
de patatas. 
Tengo una tonada antigua 
sobre todas las baladas, 
para cantarte muy bajito 
y calmar los sonidos que te rugen 
por dentro, 
dándote la quietud que tú precisas. 
Y tengo ese silencio limpio 
que no pregunta 
para que te quedes a dormir en mi regazo. 




Nená de la Torriente