miércoles, 17 de abril de 2013


Al horno,  piensa la hormiga 
que ve la sandalia arrojarse en manada 
‘Todos estos pollos largos adoran el horno’. 
Las palmeras charlatanas cruzan chanzas 
unas con otras,  al ver picudas narices 
coloradas,  coloradas. 
Las aves aturdidas,  con el amasijo de brillos 
que ahora en las playas se lanzan, 
no recuerdan dónde colocaron sus nidos, 
‘Fue en éste pino,  o en el olivo del moreno 
sin mangas’. 
Las olas sordas del todo,  ven rasgarse con 
motos acuáticas, 
mientras los peces en estampida enloquecen, 
y se refugian en el puerto bajo el casco 
de los veleros silenciosos. 
El horno levanta el olor de la tierra,  de los pinos, 
y de esas esencias en crema 
con que embadurnan al niño; 
pero aún no es la locura y un anciano mira el cielo
con su dedo-sentencia: 
‘Aún tiene que venir la lluvia y vendrá, 
vendrá parabién mucha con su oro líquido’. 




Nená de la Torriente