Ya
casi no suspiras
porque
robo tu aliento a hurtadillas.
Tanto
tiempo te vivo dentro, que a veces
creo
que mi casa es tu casa y alboroto tu cabeza,
recorro tus pieles y me baño en tus humedales.
Por
eso cuando suspiras
el
mundo entero se cuela en tus salones,
llega
la vida a rescatarte,
como
si a un ahogado le sacaran del fondo
de
todos los mares.
Y
es que no puedo evitarlo,
tengo
que respirarte, invadirte por dentro,
porque
sólo en tu interior me siento a salvo
amparada
de todo mal.
Nená de la Torriente