lunes, 22 de julio de 2013

El aire sostenido en el alfeizar. 
Arriba en el techo,  una grieta, 
deja caer las letras de tu nombre, 
que con desvelo recojo en un balde. 
Los espejos,  las lámparas, 
las telas,  gravitan sin paredes 
en la quietud de un día que no pasa, 
que se resiste a dar el relevo a otro día. 
¿No era eso lo que tú querías? 
Si se detiene todo,  se demora el beso, 
se retrasa la caricia que no llega 
o se queda dormida, 
tal vez las manos estén sin alcanzarse 
o se fundan en un roce, 
en un baile de exquisita sencillez. 
Pero si abrimos la ventana 
y miramos más allá del aire sostenido 
del alfeizar, 
ese otro aire en oscilaciones audaces, 
tal vez las letras de tu nombre y el mío 
deseen salir a la calle 
a conquistar ese otro mundo tan cautivador. 





Nená de la Torriente