jueves, 4 de julio de 2013

-Pescadito-


Dulcifico tu espalda 
con lenguas de sal que 
dejan regueros de blancas 
redes. 
Mi pescadito. 






Qué lejos estás del mar 
de corales rojos y azules claros, 
ese que vuelve cuerdo al loco 
por su infinito mágico, 
y porque da la medida exacta 
de la belleza. 
Dime escama mía 
dónde quieres que te piense, 
que allí te pensaré para que te solaces 
y te ofrezcas a algún azul en su 
infinita gama. 
Tal vez a este blanco cegador o 
a la verde palmera,  a la curva violeta 
e irisada de la pompa del aire cálido. 
En todas partes si quieres. 
En todas pescadito. 
Pongo tu espalda a la sombra y te subo 
al monte,  si así te alejo del agua 
si eso es lo que te apetece. 
Yo te vestiré de azul con este agua, 
con las otras,  te subiré al monte,  a la palmera, 
sin que me des acciones de tu delicado tiempo. 

¡Ay! Mi pescadito. 




Nená de la Torriente