Dicen
que no se puede
tocar
una estrella desde una silla
de
tijera, quizá desde un sofá italiano
y
pidiendo cita.
Están
equivocados.
Las
estrellas están hartas de estar
en
el cielo y hay muchas deserciones,
pero
no arrojan octavillas,
ni
lo proclaman a los cuatro vientos.
El
cielo no es lo que era
¿Qué
pensabas, que sólo la tierra había
cambiado?
Cuando
mires al cielo si bostezas,
tal
vez se cuele una y te viva dentro,
y
notes inexplicablemente como todo
te
sonríe,
porque
hay una luz maravillosa que
lo
inunda todo.
Siempre
habrá un escéptico que creerá
que
el mérito es suyo y de su naturaleza
provechosa
y positiva
-que
tampoco está mal, una pastilla menos
que
ingerir para la autoestima-,
y
es que vivir está lleno de misterios y
curiosas
maravillas.
Nená de la Torriente