Invisibles
tonos son los que se escapan
cada
día, en cada hoja, en cada entrada
de sol por el Este,
en
el brillo de tu sonrisa.
Invisibles tonos en la piel de las muchachas,
en
ese brillo cómplice de sus ojos.
Inaudibles
sonidos de auxilio desde el suelo
por
lo que se está rompiendo,
por
lo que muere, por lo que nace,
por
lo que se extravía.
Inaudibles
los pensamientos, la duda,
el
temor a quedarse solo, a perder el juicio,
a
seguir no entendiéndose.
Impalpable
la fe, la conciencia, el bien, el mal,
la
esperanza,
el
mañana estafador que se viste de ahora
y
nos dice siempre que está por llegar.
Nená de la Torriente