viernes, 26 de julio de 2013


A la luz de las farolas me acuerdo de ella, 
tan acompasada,  tan pequeña… 



Un puño de amor que abrió su herida 
al agua bendita, 
para su cura, 
la cicatriz que sana con una caricia. 





Doradas fíbulas atraviesan su levedad 
aérea, 
y ella tan chica 
es tan feliz que no pregunta, 
que nada sabe, 
que no descifra, 
porque en el cielo dejó de ser nube 
y fue cometa. 




Nená de la Torriente