martes, 9 de julio de 2013

-

Ya es martes y siento cómo 
me late el pulso. 
La piel es cálida,  se resiste 
a bajar de temperatura 
y a dejarse llevar por el sueño. 
Los ruidos de la casa son el 
teatro perfecto para este duermevela. 




Le sujetan títeres con charlas extrañas 
y me empeño en darles forma 
y formular un diálogo comprensible. 
Se rompe un jarrón al otro lado de 
la pared y se inicia una guerra. 
Qué necios somos, 
con lo buenas que serían unas risas. 
Las cosas,  siempre las cosas, 
y las cosas no valen una voz más alta. 
Si cierro los ojos y me concentro 
puedo escuchar el pulso de otros 
que como yo,  se resisten 
a bajar de temperatura,  y aún 
sus ojos brillan en la oscuridad. 




Nená de la Torriente