-Hipo vital-
Vivimos un momento
absurdo, donde todo es política.
Desde las calles
se levanta el grito contra una sociedad vencida por una mala gestión política, desde la propia voz política del pueblo. No
hay una conciencia de humanidad que se rebela, hay una conciencia de sociedad que se rebela
como tal, con sus clichés, sus atajos y
preceptos políticamente establecidos.
Decir que crees en
Dios es para muchos, para una gran
mayoría, significarse a un lado de la
balanza, e incluso debes pedir disculpas, como decir que eres de España -que pasa
exactamente igual-, y es absolutamente ridículo.
¿Qué ha ocurrido en todo este
tiempo? ¿Creer en Dios es exclusivo de la derecha, y ser de España también?
Pues divino, no se han enterado de nada.
¿Pero contra quién
o qué se lucha? Esto no es una lucha de bandos que busca la discriminación y la
división de sus gentes -del pueblo- que
es en definitiva el que sufre la decadencia de la gestión política.
A río revuelto
ganancia de viles pescadores, eso es lo único que se me ocurre. Dividir,
dividir y generar confusión en los más jóvenes.
Pues no, mis queridos muchachos, muchachas, creer en Dios no tiene
nada que ver con la política, aunque la Iglesia la haya pifiado mucho y más, y
sí que ha tenido asuntos con ella, durante muchos siglos.
Creer en Dios es
un lazo personal que crea el individuo y que no tiene nada que ver con ninguna
bandera, y España, es esa extensión de terreno que tiene forma de piel de toro,
que es donde vivimos, afortunadamente o no.
Por eso somos de aquí y no franceses o alemanes, y decir que somos de aquí no es acuñar una
bandera con ninguna tendencia política, sería irracional, y pedir disculpas por ambas cosas es de ser
gilipollas.
Nená de la Torriente