Llega.
El
aire llega
sin
hacerse viento.
Llegan
las voces
como
arrugados pétalos
en
el ceñido puño.
Llega
tu olor envuelto
en
telas, entre escritos,
en
bagatelas, caótico
en
la multitud del estío.
Llegas,
sin
saber de dónde ni con qué paso,
si
viviste el mar y la marea.
Si
acaso puedes oírme aquí abajo
hablarle
a la acacia y a la
sargantana,
y
aún más, si puedes verme,
cuando
subo por su tronco
cuando mudo a su escurridiza
silueta.
Nená de la Torriente