jueves, 25 de julio de 2013

No te avisa la luz de que tiene familia 
y carga con su hermana la sombra. 
No te contará  el duelo que a su padre 
le llamaron de joven el gozo. 
Toda cruz como cruz se carga en la espalda 
y allí reside, 
lejos del ojo, 
donde no nos habla de sus combates 
ni de sus tinieblas, 
con su largo tejido de pesares. 
Tú sabrás de ellas más allá de la pupila 
y del beso, 
atraparán la otra cruz que el otro lleva
con cables de acero. 
Porque ellas se entienden con un lenguaje íntimo 
que desconocemos 
y entrelazan agonías por consuelo, 
con cada mirada, 
con cada caricia, 
con cada beso. 




Nená de la Torriente