Devuélvele
a la copa volcada
su
ángulo natural en la mesa,
e
ignora su torpe vertido
en
el mantel de shantung.
Si
de ese nido volaron los que ayer
piaban
ruidosos, dale aliento
a
su lóculo uniendo tus manos
y
retenlo un momento,
que
así revivirán los ciclos su forma
de
ser ya no siendo.
Date
el margen del regreso a la edad
de
la margarita,
aunque
ya no busques una amapola
en
medio de lo más infecundo,
y
sea una gota de sangre
la que te inste a volver.
Nená de la Torriente