Deja
que me cuele
en
tu bolsillo y respire
tu
concierto.
Callada, tan callada
que
no notarás mi existencia,
porque
ya no seré siendo la misma
fugada
en ti.
Háblate, cuenta todo lo
que
aún no te nombras.
Imagina
que no hay paredes
ni
paraguas, que se abre el cielo,
sus
cajones de hielo se despedazan
y
no queda suelo para recogerlos.
Estaré
contigo todo el tiempo
acurrucada
en el bolsillo,
suspirando
tu custodia,
tu
tregua de improbables,
con
una
tímida
sonrisa.
Nená de la Torriente