que
llevamos encima
cuando
otro nos acorrala.
Esa
herencia cultural que
imprimimos
en papeles,
y
que detestamos, consigue
que
nos detestemos.
Todo
lo bueno y todo lo malo
anda junto, y
se
nos precipita el muerto
que
llevamos encima
cuando
lo vemos.
Aceptamos
la imperfección
como
algo nuestro,
pero
no la escogemos.
No
queremos ser santos pero tampoco
tiranos, y el equilibrio le aburre
hasta al más tonto,
aunque
la herencia nos diga que
es lo más sensato.
Pero
la pasión tiene pico,
no
formula juicios,
no
sabe de cuadraturas
sino
de espacios abiertos,
y
convierte su vuelo en algo
imprevisible,
con
bucles de exceso
o
caídas en picado.
Nená de la Torriente