Tú
te peleas con las letras,
construyes
armas, espadas,
pequeños
alfileres,
e
incluso anzuelos
de
marino sagaz.
Yo
juego en mi jardín de
árboles
azules,
de
flores verdes,
respiro
boca abajo y dibujo
corazones
donde lo oscuro
nunca
se deja pintar,
con
todas las letras que
se
acercan a corretear
por
mis manos.
Tú
ves el poder de la poesía
fuera
de ti, más allá de los ojos
y
de los labios,
ves
la metralla y la herida,
las
solapas que la historia
ha
ido colocando, y tú
rescatas;
presionas
botones
y
conoces su máquina.
Estamos
en patios diferentes,
en
invertidos sueños de cuartilla.
Tu
tinta va buscando un preciso camino,
y es un indeterminado camino
el
que colisiona con mi trazo.
Nená de la Torriente