martes, 30 de abril de 2013


Delante de mí no te calles, 
yo no estoy,  ya me he ido, 
si te digo la verdad,  me marché 
hace mucho,  
tanto que no recuerdo el día.







Sonrío muchas veces porque
no os veo -pero no me descubras-, 
es que ando de aquí para allá 
buscando el punto cero 
-el primero-, 
con el encefalograma plano 
sin poder hacerme cruces para 
salir de esta línea ¿dónde empezaría? 
Estoy cansada,  si supieras cuántas 
cosas he visto y me he contado 
tú también sonreirías, 
pero no por falta de interés por lo que 
tienes delante, 
es porque eres un cocido que no termina 
de cocerse y se queda dormido 
ante el chapurreo de su propio guiso. 




Nená de la Torriente

¿Quién vierte la cera de la vela? 
¿Quién lo precipita todo? 
¿Quién levanta la voz, tal vez 
sube una octava y se toma el café con ansia 
para conseguirlo? 
¿Quién empuja en el metro, 
atropella buscando un sitio,  y 
se apea en la siguiente estación 
a toda prisa? 
Dime ¿quién corre hacia el abismo 
de la arcada,  quién no mira y golpea? 
¿Quién vive siempre al segundo 
de carrera con un cuerpo que ya 
no es el suyo? 
¿Quién es preso de las manillas 
de un reloj agónico,  de un horario muerto, 
de una difunta existencia 
sin el aliento de lo inesperado? 
Y ¿quién les va ayudar,  dime,  a agitar 
esa bola de cristal dónde viven, 
para que empiece a nevar 
y se sorprendan? 



Nená de la Torriente 

lunes, 29 de abril de 2013


Siente cómo la trenzada rama 
te cuenta las palabras que el viento 
le ha escrito, 
los secretos de cada madrugada, 
todos distintos 
y las lágrimas de él y de ella. 
Siente cómo te susurra la ola el lenguaje 
de los peces y las miles de historias 
que se despiertan allí abajo,
cómo te invita a sumergirte y mirar
un mundo tan diferente, 
porque la ola es una mano que te llama 
incansablemente. 
Siente cómo golpea la gota de lluvia 
tu rostro,  cómo te grita, 
cómo te libera de tu peso de barro, 
cómo en un acto de amor te sacude de ti 
y te silencia de todos tus ruidos, 
de tu pasado, 
de tus miedos, 
de tus ‘no puedo’, 
y te convierte en alguien que extiende 
los brazos y sonríe. 




Nená de la Torriente

En la boca del estómago se gestionan 
asuntos de toda índole. 
Justo ahí a medio camino, 
en un punto intermedio,  álgido en ácidos 
como en un duelo de pistolas de las pelis de 
vaqueros. 







Unos se pinzan con los dedos, 
otros tuercen el gesto a lo Clint Eastwood, 
y algunos sólo desfallecen retorciéndose 
en dolores y buscando la ayuda táctica 
de la camilla y el hospital más cercano, 
porque –como dicen- 
no hay humano que lo aguante. 
Es cierto que hay asuntos de trascendencia 
más grata,  pero no menos peliaguda, 
como la atracción puntual por alguien 
del otro sexo, 
que consigue atenazarte 
el estómago con un pellizco incómodo, 
y a penas te deja respirar 
dejándote los mofletes como un hámster. 




Nená de la Torriente

domingo, 28 de abril de 2013


-A mi muy querida Cristi Love- 

La laguna negra,  
el ojo bruno de un pirata,  
‘Cristina ¿llevas chocolate? 
Me duelen los pies y 
ese agujero negro no me seduce’.
Cristina me dice: 
‘Porque digo yo, 
si tenemos que bajar esto 
luego habrá que subirlo ¿no?’ 
‘Conmigo que no cuenten’, 
la contesto,’ antes me dejo atrapar 
por las algas,  ‘jarta’ de chocolate’. 
Cristina es la chica más inteligente 
que he conocido -y sigue siéndolo- 
Nos comemos el chocolate 
y miramos la laguna, 
hasta la vemos bonita desde arriba, 
es un disfrute, 
parece que la mochila no pesa. 
Alguien nos reprende por 
comernos el chocolate. 
‘Era negro como la laguna’ 
dice Cristina muy solemne. 
‘No,  el mío era con leche',  añado. 
‘Cállate boba’. 
Acabamos muertas de risa 
con la sonrisa mulata. 




Nená de la Torriente

De vez en cuando 
a los pies de tu cama respiro, 
pero me escondo porque sueno 
como un estruendo de guitarras 
afinándose solas. 
Las cosas están a un lado y yo al 
otro,  en un destino ridículo. 
No puedo ser como ellas, 
a veces no lo echo de menos y 
otras si. 





No siempre se elige,  la singularidad, 
la idiosincrasia 
-palabra fea y escupitona-, 
nos marca la silueta,  y no hay goma 
de borrar que nos dé una voltereta. 
En ocasiones,  las cosas están de mi lado, 
pero estoy sola, 
y así me interesa bien poco el coste 
del juicio acertado. 




Nená de la Torriente

sábado, 27 de abril de 2013


Me agrada beber en copa.
Su esfera me deja jugar
con el vino,  y me da tiempo
a paladearlo, 
y así he aprendido su gusto 
el tiempo que se queda en la boca. 
Ahora retiro el vaso de vino  
y digo: 'No, no quiero un chato, 
quiero una copa de vino tinto'. 
Joven,  rojo intenso o violáceo, 
que no tenga más de seis meses 
para que llene de fruta aún mi boca. 
Si es tarde,  prefiero un reserva, 
del color del rojo intenso noche, 
que esté un poco embocado 
y tenga una distraída nota 
de especias y roble. 




Nená de la Torriente

¿De cuánto era? 
¿Se medía,  se pesaba? 
Era como esas cosas pequeñas 
que guardas y llenas de besos, 
que colocas con amores en cualquier 
balda,  o pinzadas en algún pañuelo 
del armario. 


Esos claveles de papel de servilleta 
aún con restos de cerveza, 
esa foto de tu amor en la retina 
que has garabateado en una hoja 
milimetrada,  con puntas romas. 
Ese pedacito de mantel que te llevaste. 
La china del suelo tropezona, 
esa hoja que rodaba 
en el alfeizar de aquel escaparate tan bonito. 
El beso que paladeabas como una guinda 
almibarada. 
Sus ojos,  sus párpados caídos,  su risa 
alzando la cabeza hacia el inmenso cielo, 
su mano anafe calentando tu gélida mano. 
El estado de abundancia,  la sonrisa boba. 
La noción de que tanto bueno había que compartirlo, 
porque era lo justo,  porque era necesario, 
porque sabíamos hacerlo. 




Nená de la Torriente

viernes, 26 de abril de 2013


-Hipo con copa de vino del Penedés/dès-


Tenemos el país hecho puré 
¿las reformas? 
¡Los jueces! 
¡Los Pujols! 
¡Los Urdanga y la Casa Real 
o la surrealísima Casa! 
¡La deuda catalana y 
quiero ser independiente, 
pero dame,  dame,  dame! 
¡El señor presidente siempre 
ausente! 
Las promesas incumplidas. 
Las instituciones a salvo, 
los bancos a salvo, 
los sindicatos ni tan mal parados, 
que se lo pregunten a Pastrana, 
que no ha cogido gota con tanto marisco 
pero se desconocen los posibles efectos, 
los inmediatos ya se saben: 
arcas vacías de una Andalucía que ya tiritaba. 
Pero hay que proteger a la casta política, 
sus filas quietas,  ni uno a la calle, 
un piñón de inútiles con sus sueldos. 
Los de a pié sí,  nosotros al recorte, 
a salvar España, 
y claro luego les extraña que digamos 
¿España? 
¡Qué se la coman con patatas! 




Nená de la Torriente


Son sólo líneas fluctuantes, 
unas veces se alternan, 
oscilan,  otras mantienen la 
rectitud largo tiempo. 
Tener carácter no es ser inmodesto, 
es tener un trazo grueso en la línea. 
El carácter no te regala vanidad 
ni soberbia,  sólo temperamento, 
y a veces pesa esa condición porque 
el carácter aprende a inclinarse. 
Mantienes la firmeza en esto,  en lo otro, 
pero te desarmas en aquello que está 
por todas partes,  como lo más endeble 
que haya tocado una mano. 
Porque tu fragilidad nace de tu actitud 
aquiescente, 
que sufre con el inmenso e irracional 
dolor del mundo y no lo puedes ni lo sabes
reparar, no eres nadie.   





Nená de la Torriente


Lo que puede un beso 
no tiene nombre de magia, 
porque no hay magia más longeva 
que el poder de un beso. 
Al herido,  al dolido,  al solo, 
al apático y gris,  al malhumorado.





Al alegre,  al casi enamorado, 
al loco,  al sensato,  al perdido. 
Al hallado,  al deprimido,  al colgado, 
al desconocido,  al amigo,  al amado. 
No hay nada que reúna,  sede o alborote 
con más urgencia y en la dosis exacta 
que un beso bien dado. 




Nená de la Torriente

jueves, 25 de abril de 2013


Te entrego mi optimismo 
cuando a ti te falte. 
Si puedes déjame esa palangana 
para limpiar los días afligidos, 
y lavar sus paños de lágrimas. 
Iré al tendal de sol a secarlos y 
si hay lluvia mejor, 
que se sequen después del agua 
caída del cielo, 
la amnesia se encargará del resto
de humedad que les quede. 
Te entrego mi fe, 
creer con los ojos cerrados, 
tirarse hacia atrás confiado, 
el arrojarse a la piscina, 
el ¡Adelante mis valientes! 
-en un fabuloso ejército de uno- 
Yo me quedaré con tu inocencia 
los días que anden cerca tiburones, 
para poder protegerte 
de su mortal dentellada. 
Después te la devuelvo,  palabra, 
que yo aún conservo la mía 
aunque -como no-
algo trasnochada. 



Nená de la Torriente
Hoy llegarán golondrinas 
y dirás mañana, 
pero es hoy,  siempre es hoy. 
Y aquí chispea un calabobos 
y allí tímidos rayos de sol 
se deslizan, 
y yo te paso un caldero de gotitas 
de lluvia temprana 
y tú a mí de calor soplando tus mejillas. 


Hoy es para todos,  y todos estamos 
siempre unidos, 
no sé si como conciencia o como 
corazón, 
pero si cierras los ojos,  puedes 
sentir un cordón de manos infinito 
que abraza la tierra y le da vueltas 
y vueltas. 
Así,  que no vengan a organizarnos la vida,
con miserias, particiones, fronteras y monedas
que pueden fundirse. 
El ser humano está hecho de instinto
mucho más de lo que creen,
los Eurofaraones de la política. 




Nená de la Torriente

miércoles, 24 de abril de 2013


¡Acepto,  acepto que te vayas! 
No puedo impedirlo, 
todos nos vamos a ir más tarde o 
más pronto. 
Quedará una bóveda o un lugar 
para las almas,  un descanso a tanto 
sacrificio. 
Porque vivir es bonanza y martirio, 
pero no admito ¡no,  no y no, 
el calvario! 
No comprendo el sufrimiento, 
hasta el último segundo 
sentados en un clavo. 
Es lo descabellado,  la anormalidad 
de la vida, 
como la enfermedad de los niños 
o el abandono de los ancianos. 
Esa canallada del dolor innecesario, 
el peaje absurdo antes de expirar. 




Nená de la Torriente

No se pierden nunca las ganas 
de aprender, 
y aunque así fuera, penetran, 
ellas llegan,  las cosas nuevas, 
empujando los ojos, 
levantando el párpado 
y pellizcándonos el músculo. 


Nos llaman necios a veces, 
por estar tan cerca y no ver nada, 
por ser tan patanes de obcecación 
y desacierto. 





Ser feliz como el que empieza 
y estrena abrigo y huele distinto 
lo viejo, 
porque sólo olió una parte pequeña 
y ahora se va con otra, 
tarareando una canción sin letra 
que bien seguro le pondrá mañana. 
Yo aprendo que para aprender 
no hace falta estar despierta, 
sólo no estar cerrada,  y si no lo estás 
ni tu sueño se sella, 
y bailas. 



Nená de la Torriente

martes, 23 de abril de 2013

-VALERIA-


He vistos sus zapatitos 
al lado de muchos libros. 
Los pies de una gatuna reina. 
Ella sabe que puede pasear 
por un bramante 
y tocar las estrellas y 
voltearse en el cielo con alguna 
más juguetona. 
Sabe volar y vuela, 
quiere volar y vuela, 
y se columpia en su propia sonrisa 
como luna paralela, 
que traerá un amanecer inherente. 
Siempre está naciendo,  sin dolor 
     ¡Fus,  fus,  zas,  pum!
Le atiza antes de que llegue 
y abre sus ojos,  dos planetas gigantes 
a un azul que siempre le saluda 
¿Te has peinado hacia arriba? 
¡OH, si! 
Es que hoy he debido nacer boca abajo. 
¿Qué harás mañana? 
Andaré por mi cordel de cáñamo,  y 
quién sabe,  quizá descubra otro universo. 





Nená de la Torriente



No tener respuestas no es ser tonto. 
No dar respuestas no es ser  un cobarde. 







Decir que no tienes respuestas y 
que no puedes ni sabes darlas,  es 
ser un valiente y un hombre sencillo, 
donde la soberbia no le ocupa ni un 
centímetro de tela del bolsillo. 
No saber cómo explicar algo no es ser  
tonta.  
No explicarlo no es ser cobarde.  
Decir que no sabes y no puedes hacerlo 
es ser valiente,  una mujer sencilla que no teme 
la opinión ni las escalas de unos y otros, 
que vive con lo que come y gasta lo justo, 
y no desdeña ni hace juicios de valor innecesarios. 
Directos él y ella,  se hacen la vida más fácil. 




Nená de la Torriente