lunes, 30 de septiembre de 2013

De qué me sirve toda esta hermosura 
si no puedo gritarla,  de qué 
si no la escribo,  de qué si no concibo 
un puente más rápido que el tecleo 
de estos dedos para contaros 
las ciento una maravillas, 
que aun llorando estoy viviendo 
a todas horas. 
De qué me sirve este corazón 
si no para de hablar y le callo, 
de qué mis temores,  si no tienen 
destinatario. 
De qué me sirve la mirada si la dejo 
vagabunda, 
y como si de un animal se tratara 
le doy un caramelo para que se pierda.  
De qué me sirve enamorarme de un poema 
si no lo digo, 
de qué aborrecerlo si no lo escupo. 
De qué bailar el llanto si no saco a bailar 
a otro en un acto de humanidad fraterno. 
De qué me sirve sentiros a todos 
si no puedo dejar de hacerlo, 
desde el más incoherente aunque menos falso, 
hasta el más temeroso y menos sincero;  
de qué me sirve,  dime, 
si ni siquiera  se me está permitido
respiraros. 





Nená de la Torriente