pero
sí el sueño dentro de mi sueño,
el
pelo dormido en mi cabello,
el
beso en el centro de mi desmayo.
Si
alguna vez me perdiera, tu nombre
sería
mi norte y tu voz mi brújula;
porque
eres la parte de mí, mujer,
y
la parte de mí, hombre.
Tú la
gravedad de todas mis cosas,
el
aliento entrecortado, el suspiro
más
profundo, el deseo.
Pero
a pesar de todas las palabras
que
derrame, ellas levantan pequeñas
tapias, y no sé porqué lo hacen
ni
me preguntes de qué modo.
Tal
vez nos alcance una mañana placida
de
esas con panza bonachona,
y
nos acerque a un mantel de cuadros
con una misma bota de vino,
atándonos a la misma hierba
como
tallos de su verde prado
para
estar siempre juntos.
Nená de la Torriente