lunes, 23 de septiembre de 2013

No eres la piel que recorre esta piel,  
pero sí el sueño dentro de mi sueño, 
el pelo dormido en mi cabello, 
el beso en el centro de mi desmayo. 
Si alguna vez me perdiera,  tu nombre 
sería mi norte y tu voz mi brújula; 
porque eres la parte de mí,  mujer,
y la parte de mí,  hombre.
Tú la gravedad de todas mis cosas, 
el aliento entrecortado,  el suspiro 
más profundo,  el deseo. 
Pero a pesar de todas las palabras 
que derrame,  ellas levantan pequeñas
tapias,  y no sé porqué lo hacen 
ni me preguntes de qué modo. 
Tal vez nos alcance una mañana placida
de esas con panza bonachona,
y nos acerque a un mantel de cuadros
con una misma bota de vino, 
atándonos a la misma hierba 
como tallos de su verde prado 
para estar siempre juntos. 




Nená de la Torriente