miércoles, 18 de septiembre de 2013

-El mar de Madrid-


Me gusta este mar de Madrid 
y el olor de árboles de cemento.
No es igual a ningún mar que conocí,
pero en el regreso descubro caracolas 
nuevas con sonidos viejos,  y olas 
con cadencias caprichosas, 
hasta el regusto de un tinto mucho 
más denso. 
Veo subir la marea sin la luna 
a la voz de un ‘ar’ del mediodía, 
y colinas escalonadas 
donde perderse,  llenas de refugios 
con copas. 
Aquellas tascas que frecuentaba ya 
no son tabernas,  son locales de 
consumiciones varias,  porque uno 
se vuelve talludo y Madrid se renueva, 
pero sigue teniendo un fantástico mar 
como ningún otro mar que conocí. 





Nená de la Torriente