martes, 10 de septiembre de 2013

-Rabiosa Soledad-

Cuando no se puede estar más solo 
no se escapa ni el grito, 
a penas sientes el peso del cuerpo, 
el hambre y la sed desaparecen. 
Tantos te quiero furtivos, de escasos gramos, 
de si me quisieras yo te querría tanto... 
Y tanto,  y tanto... 
Que el corazón se te achica como una mandarina 
que miente, 
y te dice que en realidad es una naranja que está 
creciendo. 
Cierras los ojos y te encuentras detrás de objetos 
apilados, 
de cristales rotos, 
de promesas que tú no hiciste no teniendo ya fuerzas 
para tirar de ti, 
pero lo que más temes es que venga alguien a 
salvarte, 
porque suele llegar porque alguien no lo amó, 
o porque eso es mejor que su propio infierno, 
o porque si tú le quisieras te querría tanto,  y tanto, 
y tanto... 
Es agotador.





Nená de la Torriente