No
te quedes dormido,
aún
no.
El
roto de la tela sonará
como
la campana.
Sorprendido
en una ingenuidad
de
niños se clavarán tus pies
en
el barro,
y
ya serás mío, por los siglos
de
los siglos.
Crecerán
mis tallos sobre tus piernas
quietas
y tu lengua dubitativa
será
devorada por una de sal y pimienta.
No
te quedes dormido, no,
aún
tienes que despertar del todo en mí.
Nená de la Torriente